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EL ULTIMO ENIGMA

Alan Turing se despertó con un sudor frío. Había tenido una pesadilla recurrente, en la que se veía a sí mismo en una celda de prisión, rodeado de guardias que le inyectaban hormonas para “curar” su homosexualidad. Se levantó de la cama y se dirigió al baño, donde se miró al espejo. Su rostro estaba pálido y demacrado, sus ojos hundidos y sin brillo. Se sentía como un cadáver viviente.

Se lavó la cara y se vistió. Bajó las escaleras y entró en la cocina, donde le esperaba una manzana verde sobre la mesa. Era un regalo de su vecino, el señor Murray, que le había dicho que era de su propio huerto. Alan le había agradecido el gesto, aunque no le gustaban las manzanas. Pero hoy, sintió un extraño impulso de comerla. Tal vez fuera una forma de rebelarse contra el tratamiento que le habían impuesto, que le había quitado el apetito y la libido.

Mordió la manzana con fuerza, saboreando su jugo ácido. Se sentó en una silla y encendió la radio, esperando escuchar alguna noticia interesante. Pero lo único que oyó fue un ruido estático, como si la señal estuviera interferida. Frunció el ceño y trató de sintonizar otra emisora, pero el resultado fue el mismo. Apagó la radio y se llevó la mano al pecho, sintiendo un dolor punzante.

-¿Qué me pasa? -se preguntó.

Miró la manzana y vio que tenía un agujero en el centro, del que salía una sustancia blanquecina. Era cianuro. Alguien se lo había inyectado, y él se lo había comido sin darse cuenta. Era una trampa mortal, un enigma que no había podido resolver.

-¿Quién ha hecho esto? -murmuró.

Recordó al señor Murray, su sonrisa amable y sus palabras cordiales. ¿Sería él el culpable? ¿O tal vez algún agente del gobierno, que quería silenciarlo por sus secretos de guerra? ¿O quizás algún fanático religioso, que lo odiaba por su condición sexual?

No lo sabía. Y ya no importaba. El veneno hacía efecto, y él se desplomó en el suelo, convulsionando. Su último pensamiento fue que había fracasado. Había descifrado el código Enigma, pero no el de su propia vida. Había sido un genio, pero también un mártir. Había sido un héroe, pero también una víctima.

Y nadie lo sabría. Nadie lo entendería. Nadie lo recordaría.


NOTA HISTORICA: El matemático y lógico británico Alan Turing es considerado el fundador de la informática. Encontrándose destinado en Bletchley Park, el centro de descifrado de códigos de Gran Bretaña en tiempos de guerra, jugó un papel crucial en el descifrado de mensajes codificados interceptados que permitieron a los Aliados derrotar a las potencias del Eje en muchos enfrentamientos cruciales. Su mayor logro fue descifrar el Código Enigma de los nazis. Turing fue procesado en 1952 por actos homosexuales. Murió de envenenamiento por cianuro el 7 de junio de 1954. En 2009, el gobierno británico se disculpó por la "espantosa" forma en que Turing había sido tratado. En 2013, la reina Isabel II le concedió un indulto póstumo.