Translate

JUGUETES ROTOS EN UN PUEBLO ABANDONADO

En las afueras de la soleada Limousin, en pleno corazón de Francia, se encuentra el pequeño y tranquilo pueblo de Oradour-sur-Glane. A simple vista, parece el lugar perfecto para huir del bullicio y el caos de la vida moderna; sin embargo, bajo esa fachada se oculta una historia llena de dolor y tragedia. El 10 de junio de 1944, ciento noventa y dos hombres fueron ejecutados sumariamente. Doscientas cuarenta y siete mujeres y doscientos veinte niños murieron atrapados en el infierno en el que se convirtió la iglesia cuando las fuerzas alemanas la quemaron con ellos dentro. Desde entonces, aquellos terribles hechos han convertido a Oradour-sur-Glane en un pueblo fantasma, donde el tiempo parece haberse detenido.

En la actualidad, pocos turistas se atreven a visitar sus calles vacías y polvorientas. Quienes lo hacen, pueden sentir el peso de la historia mientras recorren las ruinas de lo que alguna vez fue un próspero poblado. Sin embargo, hay quien dice que algunas noches, especialmente cuando el sol se está poniendo y todo está envuelto en sombras, se ha podido ver a los antiguos habitantes deambulando entre los escombros, recordándole al mundo los horrores que padecieron.

Un joven periodista llamado Alexandre había decidido pasar una temporada investigando la verdadera naturaleza de los fenómenos paranormales que rodeaban al pueblo abandonado. Habiendo crecido escuchando historias escalofriantes contadas por sus abuelos, quería descubrir qué había tras ellas. Su obsesión era tan grande que arrendó una vieja casa destartalada cerca de las ruinas para estar lo más cerca posible de la acción. Lo que él no sabía era que estaba a punto de experimentar algo mucho más aterrador de lo que jamás hubiera podido imaginar.

El primer día en Oradour-sur-Glane transcurría sin incidentes dignos de mencionar. Una brisa ligera acariciaba las hierbas secas, crujiendo bajo sus botas mientras caminaba por las calles desiertas. Las casas estaban medio derrumbadas, cubiertas de musgo y líquenes, y los cristales rotos brillaban bajo el sol poniente. 

Pero de repente, un fuerte golpe proveniente del interior de una de las edificaciones destruidas lo sobresaltó. Se trataba de una tabla mal amarrada que goteaba sangre encima de un montón de vieja ropa ensangrentada. Mientras intentaba apartarse de allí, comenzó a escuchar voces guturales que salían de todas direcciones. Un sudor frío resbaló por su espalda mientras aceleraba el paso, ansioso por alejarse de aquel lugar.

De vuelta en la seguridad de su refugio temporal, Alexandre notó algo extraño: el sonido de risitas infantiles procedente del exterior. Temblando de miedo, se armó de valor para mirar por la ventana y observó cómo decenas de niñas y niños jugaban en su patio, completamente ajenos al paso del tiempo. Sus vestimentas eran exactamente iguales a las usadas en los años cuarenta, y aunque algunos tenían heridas evidentes, nadie prestaba atención a sus gritos lastimeros. Entonces, una voz femenina grave se coló dentro de su cabeza: «No debiste venir».

Durante semanas, el joven periodista soportó aquellos encuentros sobrenaturales ocasionales, incapaz de distinguir entre realidad y locura. Cada noche, los gritos de auxilio de los antiguos residentes resonaban en sus oídos, volviéndose más intensos conforme avanzaban las horas. y cuando ya no pudo aguantar más, decidió marcharse del lugar, jurando nunca regresar.

Sin embargo, antes de partir, realizó una última visita por las ruinas de Oradour-sur-Glane. Allí encontró una extraña piedra tallada con nombres grabados, aparentemente olvidada entre los escombros y las cenizas de la iglesia en ruinas. Al cogerla, tuvo la sensación de que toda la energía negativa contenida en el pueblo se liberaba a través de ella. Miró hacia arriba y, sin poder dar crédito a lo que le mostraban sus ojos, vio centenares de almas flotando hacia el horizonte, dejando atrás aquel valle embrujado para siempre.

Desde entonces, nadie ha reportado nuevos avistamientos en Oradour-sur-Glane. No obstante, algunos siguen preguntándose si aquello que Alexandre narró en su crónica fue real o solo producto de su imaginación. Tal vez nunca se sepa la verdad, pero lo que sí está claro es que el pueblo fantasma guarda secretos que solo unos pocos han llegado a conocer.


NOTA HISTORICAEn la masacre de Oradour-sur-Glane, Francia, que tuvo lugar el 10 de junio de 1944,perdieron la vida 643 personas a manos de los nazis. Esta cifra incluye a 190 hombres que fueron fusilados, y 245 mujeres y 207 niños que fueron ametrallados y quemados en la iglesia. Entre las víctimas, había 18 españoles. En 2019, se identificó a la víctima 643, Ramona Domínguez Gil, la española número 19.El presidente de la República Francesa, Charles de Gaulle, decidió preservar todo el pueblo intacto como memorial de aquella masacre. Actualmente se pueden visitar sus ruinas